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Mi primer viaje en San Petersburgo ¡con muy poco dinero!

  • Foto del escritor: Sebastian Diaz Mojica
    Sebastian Diaz Mojica
  • 11 jul
  • 3 Min. de lectura
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Empecemos con la buena noticia: los colombianos NO necesitamos visa para viajar a Rusia por un periodo máximo de 90 días. Así que no hay excusa para no visitarla, ¡por más lejos que esté! San Petersburgo es un destino imperdible para cualquier amante de los viajes de verano y debería ser una parada obligatoria para todo aquel que se aventure por Rusia.


Ya sea por sus puentes que parecen saltar entre las calles, por ese aire europeo que se respira al llegar, por su cultura vibrante o por la historia que la ha llevado a ser tan “de occidente”, no es de extrañar que San Petersburgo se haya ganado el título de la Venecia del Norte.



¿Cómo fue para mí San Petersburgo?


Vine a conocer San Petersburgo, o Piter, como muchos la llamamos de cariño, en mi primer verano en Rusia. No es una ciudad más dentro del país; de hecho, muchos dicen que no es para nada rusa, y al estudiar sus orígenes, se entiende por qué.


Pero más allá de eso, Piter es una ciudad de colores, música, arte y encuentros. Es un lugar donde uno desearía dividirse en dos para poder asistir a la infinidad de eventos que se celebran a diario. Por supuesto, esto se vive con mayor intensidad en verano, así que recomiendo evitar el húmedo invierno de Piter si quieren disfrutarla al máximo. Los mejores meses son junio y julio, cuando las famosas Noches Blancas inundan la ciudad de una luz mágica.


Piter es una ciudad viva que se mueve al ritmo del viajero. Los amantes del arte y la historia pueden recorrer sus museos y palacios, los mochileros pueden perderse durante horas en sus calles sin darse cuenta del paso del tiempo, y los viajeros curiosos encontrarán en ella una fusión única entre la cultura occidental y la esencia rusa. Y para los bohemios... bueno, al final les tengo una sorpresa.


San Petersburgo ha sido fuente de inspiración para muchos, incluso para el gran Silvio Rodríguez, quien no pudo resistirse a dedicarle una canción. Pero más allá de su encanto innegable, es una ciudad que, sorprendentemente, se acomoda a todos los bolsillos. Y ahora les contaré por qué.



Mi experiencia en Piter


Mi situación era simple: muchas ganas de explorar Piter y poco dinero para hacerlo. Un amigo y yo decidimos ahorrar en transporte y llegar hasta San Petersburgo en autostop desde Moscú (una historia que espero contarles en otra ocasión). Con un presupuesto contado para estar en la ciudad una semana y media, tal vez dos, terminé “viviendo” allí ¡un mes y medio! Aún hoy me cuesta explicar cómo lo logré, pero con algo de suerte y mucha aventura, disfruté de Piter como pocos lo hacen.


Piter es una ciudad que se abre al viajero y expone todas sus maravillas sin reservas. Me mantenía al tanto de eventos culturales a través de Internet y Couchsurfing, además de revisar los folletos que se encuentran por toda la ciudad. Recomiendo hacerlo. Estos espacios —ya sean bares, restaurantes, caminatas, conciertos o picnics— no solo permiten descubrir la ciudad, sino también conocer gente local. Y en más de una ocasión, esas conexiones me brindaron un sofá donde dormir cuando más lo necesitaba.


Exploré todas las posibilidades: voluntariados con AIESEC, colaboraciones con un fotógrafo colombiano en una sesión de fotos, pintura en un ‘anti-ballet’ y muchas experiencias más. También encontré hostales y tiendas económicas, incluso en el centro. Si no hablas ruso, lo mejor es planear con anticipación, aunque la ciudad misma te guiará en tu aventura. Para disfrutarla al máximo, hay que sumergirse por completo en sus espacios y actividades, desde exposiciones de arte hasta los bares ‘underground’ que, créanme, no necesitan ser buscados... ellos te encontrarán a ti.


¡Camina! ¡Piérdete! Porque quien te encuentre, tendrá una sorpresa para ti. Esta es la esencia de Piter: una ciudad que vi a través de mis ojos y de todos aquellos con quienes compartí experiencias inolvidables que llevo en mi corazón para toda la vida.



Recomendación especial para hacer en San Petersburgo


Para los bohemios, aquí va la recomendación más especial. Por más loco o irresponsable que suene, les súper recomiendo subirse a los techos de los edificios de Piter (aunque, ojo, está prohibido). Sin embargo, cuando lleguen allí, entenderán por qué es una tradición local. No hay nada como un atardecer desde las alturas de la ciudad, con el horizonte iluminado por las luces del verano ruso. Y sí, aunque las puertas estén “secretamente” abiertas, siempre habrá alguien dispuesto a guiarlos hacia una de las vistas más inolvidables de su vida.

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